jueves, 17 de abril de 2008

El enmascarado

Escapar no podemos del tenebroso hombre enmascarado que nos llama por nuestro nombre. No sabemos que es lo que él esconde tras esa humorística máscara, y mas no queremos saber. La curiosidad desaparece cuando tomamos conciencia de que nuestra dicha es causa de una ambigua imagen, inestable y escurridiza, moradora del sótano donde se suelen esconder del forastero los pilares más gruesos de la vida. El personaje enmascarado es la única imagen que todos tenemos en común, por eso no debemos suponernos cual es la verdadera cara; se perdería la única conexión, la imagen completa se verá afectada por la discriminación del misterio, de la insignificancia de lo inexistente. Cuando el enmascarado desaparece los humanos se atacan entre sí. Si el enmascarado vuelve a aparecer en el pasillo de los perdidos no será más que un objeto de paliza donde todos proyectaran sus deseos de aniquilación causados por la constante frustración de interrogantes emergentes, llenas de misterio y seguidas de respuestas más perdidas aún que la pregunta

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